El ozono, a causa de su alto poder oxidante, tiene una gran capacidad bactericida, antivírica y fungicida, ocasionando que si se coloca en el padecimiento (heridas, úlceras u órganos infectados), culmina los gérmenes patógenos, dado a su gran poder desinfectante.
Otro punto es, la acción antivírica y bactericida cuando tiene participación dentro del cuerpo de la persona, la tarea es distinta, porque el ozono, bajo estos parámetros, genera una oxidación de la envoltura externa de virus y bacterias por medio de los peróxidos que se constituyen, lo que provoca la muerte del germen.
Las concentraciones y modo de aplicación varían enormemente en función del problema a tratar, ya que la concentración de ozono determina el tipo de efecto biológico que produce y el modo de aplicación marca su ámbito de acción en el organismo.
La aplicación de ozonoterapia en tumorales no es algo injustificado, aunque los trabajos son muy preliminares y el esfuerzo en este sentido debería de intensificarse.
En los últimos años se han publicado una serie de trabajos sobre el aumento del flujo cerebral, la mejor oxigenación muscular y la buena evolución de pacientes con tumores avanzados de cabeza y cuello mediante ozonoterapia coadyuvante.
El Dr. Schultz, de la Universidad de Marburg (Alemania), publicó en International Journal of Cancer, la remisión completa de carcinoma de células escamosas inoculado en conejos mediante neumoperitoneo de oxígeno/ ozono.
Se ha demostrado en clínica y en laboratorio la síntesis de glóbulos rojos capaces de transportar y de ceder mayores cantidades de oxígeno a todas las células.
Creemos nuestro deber alentar el esfuerzo investigador hacia esta realidad.
La negación es compañera de la necedad, y el negarse a aplicar este complemento médico en enfermedades sin solución, cuando otros ya lo hacen desde hace años, implica falta de celo y sensibilidad hacia nuestros pacientes.
Ha de quedar claro que los beneficios de la ozonoterapia debidamente aplicada sin riesgo y es una realidad médica suficientemente avalada que puede usarse para mejorar la calidad de vida en enfermedades críticas, siempre complementando a la medicina clásica.